os orígenes de los vampiros se remontan en el tiempo a momentos tan lejanos como los orígenes de la humanidad, siendo por lo tanto en parte un misterio. Incluso para ellos mismos, a pesar del don de la inmortalidad, como existe la posibilidad de que sean destruídos de otras maneras, es también un misterio y, aunque no es seguro al cien por cien, se cree que ya no queda ninguno de los ancianos vivo.
Aún así existen algunas teorías interesantes respecto a sus orígenes que se incluyen en esta sección.
Por encima de todos los vampiros, sin duda alguna, en cuanto a popularidad, es innegable que se sitúa el Conde Drácula. Sin embargo la mayor parte de la fama le viene al conde por su versión cinematográfica-literaria que no se ajusta del todo a la vida y obra del personaje real.
Aquí podrán encontrar, además del Conde Drácula, a otros conocidos vampiros tanto reales como de ficción.
A pesar de que normalmente asociamos el mito con la antigüedad, o al menos de forma inconsciente buscamos ambientes de otras épocas, no hay que olvidar que en nuestras días sigue habiendo vampiros entre nosotros.
Y, evidentemente, no van con capa negra y forro rojo… y no viven en un castillo.
Orígenes de los vampiros
Aunque a veces puede parecer que fue Bram Stoker, con Drácula, el creador del vampirismo y del mito del vampiro, los orígenes de esta criatura se remontan a tiempos inmemoriales.
Casi siempre tratamos, por lo tanto, de buscar los orígenes del vampirismo o de los vampiros en la literatura y tal vez no vamos mal encaminados, pero no debamos limitarnos a las obras fantásticas que están inspiradas en ellos. Los egipcios, los chinos, los babilonios, los griegos o los romanos, entre otras muchas civilizaciones, hablaban ya hace mucho tiempo de criaturas y monstruos que chupaban la sangre.
La palabra vampiro tiene traducción idéntica en multitud de países: vampyr en Serbia, pamgri en Hungría, danag en Filipinas, kosac en croata, upir en ruso y muchísimas más.
El origen etimológico de la palabra “vampiro” es eslavo ( “vampir”) y su significado sería algo a medias entre un ser volador, bebedor-succionador de sangre y lobo.
Posteriormente, a través del alemán, el término pasaría al húngaro, aunque no parece introducirse en las lenguas de la Europa Occidental hasta 1730, a causa de un misterioso episodio de histeria colectiva desatado precisamente en Hungría.
Pero remontémonos mas atrás en el tiempo y hagamos un pequeño repaso de la figura del vampiro a lo largo de la historía y su presencia en las diferentes culturas:
En el antiguo Egipto encontramos deidades vampíricas como Srun, caracterizado por aspecto de lobo con largos colmillos, que se alimentaba de los cuerpos de sus víctimas humanas.
En la antigua Grecia, existía en su mitología la leyenda de “Lamia”, que era hija del rey oriental Belus y cuyos hijos fueron asesinados por la diosa Hera al conocerse que ”Lamia” tuvo un romance con Zeus. Para vengarse, ”Lamia” comenzó a perseguir a todos los niños que se encontraba para extraerles la sangre para alimentarse. Esta leyenda se convirtió en superstición que se transmitía en las zonas rurales de Grecia y que contaba que ”Lamia” atacaba a todos los viajeros extraviados, seducidos por la belleza de la “chupasangre”. Este caso es el más parecido a la concepción histórica de vampiro. También en la mitología griega se encuentra el caso de ”Empusa”, hija de la diosa Hécate, un ser con pies de bronce y monstruoso que podía transformarse en una bella mujer y conquistaba a los hombres para aprovecharse de su sangre. Además en la Hélade existían en sus leyendas las ‘’striges”, deidades con rostro de mujer y cuerpo de pájaro que absorbían la sangre de los humanos mientras estos dormían. También existía un ser llamado ”Vrycolaka”, que atacaba a su familia después de muerto.
Autores como Virgilio, Plinio, Herodoto, Homero o Aristófanes creían en la existencia de licántropos, además de otros seres espectrales denominados “empusas” – emparentados posteriormente con los “lémures” romanos (espíritus de difuntos) – que adoptaban aspectos diferentes para asesinar niños y alimentarse de su sangre.
En la Roma Clásica, además de los ya mencionados “lémures”, se temía también la aparición de Strix, un vampiro volador que sembraba el terror entre los campesinos.
En la antigua china se temía a un vampiro capaz de chupar la sangre de sus víctimas en unos pocos segundos, llamado “Kiang”. Además también se tiene conocimiento de un diablo, “Giang Shi”, que actuaba de la misma manera.
Haciéndo un considerable salto en el tiempo, en el folclore centroeuropeo, especialmente en Rumania, nos encontramos con que los campesinos sentían un profundo temor ante la siempre intuída presencia del “Strigoi”, un repugnante ser con patas de caballo o cabra, que se alimentaba de su sangre mientras dormían.
Todo esto sin olvidar que, según algunas interpretaciones del Antiguo Testamento, el primer vampiro de la historia fue Caín ya que, después de matar a su hermano Abel, renegó de Dios y fue condenado a vagar el resto de sus días, oculto en las tinieblas, lejos de la luz del sol, alimentándose “de cenizas y de sangre”.
Vampiros famosos:
Nosferatu (Max Schreck)
Lestat (Entrevista con el vampiro)
Erzsébet Báthory. La condesa Sangrienta
Fritz Haarman (El vampiro de Hannover)
Vampiros en la actualidad.
Aunque parece difícil en pleno siglo XXI que se mantengan ciertas creencias o supersticiones, como la existencia de vampiros, la verdad es que sobreviven entre nosotros. De la misma manera, tal vez, que sobrevivieron entre otras culturas en otras épocas… Gracias a esto es posible que se hayan conservado hasta nuestros días y todavía hoy puedan continuar asustándonos…
Pero, aunque hoy en día, todo este tipo de historias parecen asociarse más al cine o la literatura, como si hubiesen sido meras creaciones artíscas del pasado, lo cierto es que en algunas épocas anteriores hablar de vampiros resultaba cosa bastante más seria.
En los siglos XVI, XVII y XVIII, por ejemplo, el vampirismo era un problema bastante más serio que se extendió como una plaga por países como Austria, Hungría, Yugoslavia o Rumanía ( dividida entonces en tres estados independientes: Transilvania, Moldavia y Valaquia). De este hecho se pueden encontrar multitud de fuentes y testimonios de la época de todo tipo de personalidades e, incluso, de pequeñas aldeas enteras aterrorizados por los ataques de los vampiros.
Un cirujano de la época, investigando una serie de casos para los que había sido requerido, ante la existencia de los mismos signos en todas las víctimas observadas, escribió lo siguiente:
“El vampirismo… se propagó como una pestilencia a través de Eslavia y Valaquia, causando numerosas muertes y trastornando todo el país con el temor a los misteriosos visitantes contra los cuales nadie podía sentirse seguro.”
Pero si no hace apenas unos doscientos años de esto, ¿cómo puede ahora parecer que todo esto es una película simplemente?
Incluso personalidades de tal calibre como el gran filssofo francis Jean Jacques Rousseau ante la evidencia no pudo más que afirmar lo siguiente:
“Si hubo alguna vez en el mundo un hecho garantizado y probado, es el de los vampiros. No falta nada: informes oficiales, testimonios de personas de alta categorma, de cirujanos, de religiosos y de jueces; las pruebas judiciales son abrumadoras.”
Por lo tanto, haciendo un pequeño salto en el tiempo hasta nuestros días, mucho más pequeño aún para un ser eterno e inmortal, parece imposible pensar que no sigan estando ocultos entre nosotros.
Puede que resulte más sencillo ser vampiro hoy en día, amparado por el anonimato de vivir en una gran ciudad, mezclándose sin problemas entre su vida nocturna y con la ventaja de ser alguien o algo que, “en teoría”, no existe. Puede que a lo largo de toda su historia el mayor poder de los vampiros procediese del miedo que nos inspiraban y nos paralizaba ante su sóla presencia… ¿De qué poder no gozarán ahora si encima cuentan con el fáctor de la sorpresa?
El miedo es una reacción adaptativa que nos predispone para la acción ante una situación amenazadora por lo que el hecho de perderlo nos vuelve, a priori, más vulnerables… El hecho de no sentir miedo no significa estar a salvo.
En nuestra sociedad actual, totalmente diferente a otras épocas pasadas, en la que la información se transmite al momento a todas las partes del mundo, en la que nuestro propio desarrollo genera un sin fin de problemas que nunca habían existido antes, en la que parece que las leyendas del pasado son meras fábulas y dónde, por encima de todo, cualquier cosa es manipulable, viven y campan a sus anchas entre nosotros, pasando además desapercibidos como si nunca hubieran sido más que simples personajes de cuento de miedo.
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